lunes, 19 de septiembre de 2011

Los señores antiguos

En mi corta vida he visto muchos edificios viejísimos caerse para construirse en sus cimientos departamentos de muchísimos pisos en sólo dos años. Vivo en el cascarón colonial de Santiago y muchos antiguos se han convertido parte de la infraestructura de Carabineros, museos, del abandono total de borrachos o arriendo de piezas a jóvenes universitarios. Yendo un poco más allá, hacia la Alameda, estos son restaurantes u hoteles, pequeñas empresas que destrozan los ornamentos.
De todas las metamorfosis anteriores, siempre he preferido los museos puesto que son los únicos que realmente cuidan el pasado de las estancias. Como el Museo de la Solidaridad Salvador Allende.
Aunque claro, es imposible convertir todos estos antiguos en museos por una cuestión monetaria, tiempo y estimación. Nadie quiere que los grandes terrenos que ocupan estos antiguos sean desaprovechados de tal manera que en vez de facilitar casas y hogares a personas quienes lo necesitan, se conviertan en “casas de cultura” que ya nadie ve.
Ahora, si escogiese otras serían los restaurantes y hoteles. No cuidan de manera tan excepcional como los museos, pero al menos, garantizan que la fachada y algunos adornos queden en pie. Lo digo porque el paso infraganti de la modernidad hará cambios que inevitablemente los dueños de los locales tendrán que acatar para su propia economía y conformidad de su clientela. Y es así que destrozan escudos familiares, esculturas, gárgolas, y otros que en sus tiempos relucían de importancia para los originarios de esos antiguos.
Si de la Alameda, volvemos hacia República y la recorremos cuán grande es, los antiguos aún se irguen pero con nuevo rostro: las universidades.
No es que señale que sea mala esta última metamorfosis, pero es increíble el contraste de las facultades entre sí. Como si de la carrera dependiese la vida de estos antiguos. Por ejemplo, la mirada de la facultad de ingeniería de Andrés Bellos es blanca y llena de tubos rojos, mientras que, la de Derecho de la universidad Padre Alberto Hurtado es una grandísima casa colonial que aún resguarda un gran portón oscuro y detallado, con un pasillos con enredaderas y su fachada totalmente conservada llena de ornamentas y otros.
Y si ponemos un poco más de atención hacia la calle de al frente, llegando a Sazie, hacia una hermosa mansión blanca con restos de tiempo y un poco de desorden, está un teatro que con ingenio y entusiasmo dieron vida aquellas murallas abandonadas haciendo bailes, obras de teatro para niños y actos circenses.


Museo de la Solidaridad Salvador Allende

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